Voy a comenzar con un comentario que no apunta directamente a lo que aprendí en este módulo, pero que sí aporta un punto de sustento a lo que -espero- pueda contestar en esta entrada.
Estoy leyendo el libro Mundo Extenso de Fernando Peirone (2012). Es típico de mis inmersiones en la lectura extraer o remarcar elementos que tal vez no sean las “ideas principales”, las cuestiones de mayor interés o relevancia, pero es desde esos pequeños puntos débiles -o que yo creo débiles y pequeños- que miro, construyo y salto. La herramienta que encontré allí y que trataré de usar en este curso como bastón de caminante es la idea de “radicante” que según relata magnífica y claramente el autor, fue introducida recientemente por el crítico de arte Nicolas Bourriaud (2009). Dice Peirone:
La palabra radicante, al igual que “rizoma”, proviene de la botánica. Pero a diferencia de otros organismos cuyas raíces crecen a medida que avanzan como el caso de la murtilla chilena, admite una torsión fundamental que el concepto de sus antecesores no le permitía: oponerlo a la radicalidad.
Lo radicante no tiene profundidad, tiene extensión. La profundidad de la raíz (origen) y la robustez del tronco (autoridad, referencia rectora) ya no son importantes, son metáforas conceptuales …
Y aunque en general mis formas de pensar -y más aún mi escritura- tienen un fuerte matiz lineal, radicular, moderno, soy unx enamoradix del concepto de rizoma, y ahora también de la idea de radicante, desde que leí -y me sedujo al instante- que radicante ofrece “la posibilidad de ‘oponerlo a la radicalidad’” del pensamiento moderno, dentro del cual la sociedad informacional resulta, a mi modo de ver, ininteligible, o por lo menos profundamente distorsionada.
Entonces voy a tratar de pensar y exponer lo que aprendí en el módulo 1 del curso “TIC y Evaluación” en el CITEP-UBA.
Los conceptos desarrollados en los materiales de aprendizaje de la unidad (bibliografía y video) no me resultaron novedosos porque recientemente terminé de cursar un seminario sobre “Evaluación de la Enseñanza y los Aprendizajes” en otro lugar (la UVQ) y también porque hace tiempo vengo merodeando el tema de la educación superior en escenarios tecnológicos (tengo la impresión que ahora se usa esa expresión que supera la de “entornos virtuales”). Tampoco me resultaron redundantes… ¡y siempre es bueno repasar conceptos y lecturas, siempre se encuentra algo nuevo, un matiz, un detalle, o una idea central que se había traspapelado en una lectura que nunca es suficientemente atenta… ni profunda.
Entonces, ¿qué aprendí en este módulo? En las producciones de mis colegas que pude mirar y leer, me encontré con una diversidad de enfoques muy estimulante, que incluso me ayudó a no sentirme tan ecléctica, ni tan dispersa, ni tan desobediente…. ¡todo es cuestión de medida! La medida -lo sabemos varixs profesorixs en este foro- es siempre una comparación con determinado patrón… cuando falta la interacción genuina, ese patrón lo construyo desde criterios solipsistas que -útiles o no para determinados fines- no sirven para pensar la educación que es un fenómeno necesariamente social.
Aprendí sobre la utilidad y el valor de la redundancia informacional que supone publicar un artículo en un blog y anunciarlo en un foro, escribir un comentario en otro blog y volver a anunciarlo en otro foro. Entiendo que es una estrategia de lo más útil para usuarixs no suficientemente expertix, pero también un recurso poderoso para “evitar que se escapen los puntos” (es la imagen que me viene a la mente, de la época del crochet o las dos agujas: técnicas de tejido) y fortalecer la red, el rizoma…. ¿el radicante?… Difícil responderme porque no tengo aún imagen mental para “radicante”, así que retrocedo un casillero y me quedo en rizoma.
Para terminar, intentaré volver sobre radicante, sobre lo que puedo entender de ese concepto todavía incipiente e inmaduro en mi entendimiento, sobre el que deposito tantas expectativas. En la contratapa del libro (publicado por Adriana Hidalgo Editora) encuentro que
“radicante -que proviene del modelo topográfico- es una forma basada en la trayectoria. […] El sujeto de Bourriaud no es ontológico porque no existe antes de su realización. El sujeto del radicante se crea al describir su propia trayectoria, gracias a su misma dinámica.
[…] El radicante puede crecer y desarrollar sus raíces en cualquier tipo de superficie, lo que permite introducir la posibilidad de una ética y una estética de las migraciones […]
[En la teoría de Bourriaud] entran las identidades precarias, las formas abiertas, la inestabilidad.”
Ideas que enriquecen y se entrelazan con las de Peireno. Pero, ¡vamos! ¿por qué traje hasta el debate sobre lo aprendido todas esto? En mi artículo anterior (mis cinco preguntas) mencionaba por un lado la idea de superficialidad, la de la lectura desatenta o el modelo de estudiante “surfer” y al respecto creo que la idea de radicante tal como la caracteriza Peireno se ajusta a la perfección: el desarrollo por extensión, no por profundidad, la pérdida -o el extravío- del sentido de la robustez (que para mí aquí no sería otra que la coherencia textual o la cita de autoridad).
¿Y esto es todo? ¿Mucho ruido y pocas nueces, sonix? Es cierto que no es necesario llegar ni partir de Bourriaud para poner en juego el pensamiento débil, las identidades movedizas y difusas, lo precario, pero me parece más interesante (desde mi particular lectura, que dista de ser docta o mínimamente bien referenciada), esta “no ontología” del sujetix, que se crea NO exactamente en su propia trayectoria, sino en la descripción de la misma, en la construcción y representación -en un sentido teatral- de su relato. Todo este bagaje puede usarse con provecho para fundamentar con otras herramientas -no diré novedosas, pero sí diré que desconocidas por mí hasta ahora- la idea de la evaluación como proceso, y como proceso vital, de profundas consecuencias en la vida de una persona a la que me referí en el artículo anterior y de la que hablan Lipsman y Barberà.
Por último, tratando de converger hacia algún punto de destino a pesar de mis proclamas rizomáticas y antilineales, rescato la variedad, la construcción en red a partir de los numerosos aportes y el trabajo de Tamara y todxs nosotrxs para mantener vivo este organismo que empieza a emitir tentáculos ¿o tal vez rizomas, o raicillas, o por qué no metástasis?, la construcción enorme que vamos haciendo que no podría abarcarse sino parcial y superficialmente… pero, descartada la imposición de la coherencia positivista, ¿tiene algo de malo abarcar mucho, apretar poco?
Escrito
en 19/11/2013